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Cómo falsificar 150 millones de libras.

 
Billete de 10 libras esterlinas

Con el término “Guerra total” se entiende la guerra en la que los bandos se enfrentan con todos los recursos disponibles de cualquier tipo, no para defenderse sino para aniquilar al enemigo. Una de las acciones a realizar puede ser la destrucción de la economía del adversario. Este fue uno de los planes más inteligentes del Tercer Reich.

Para colapsar la economía británica, Reinhard Heydrich tuvo la idea de falsificar la libra en grandes cantidades e introducir dichas falsificaciones en el mercado para provocar una ruinosa inflación. Para ello, Heydrich encargó al coronel de las SS Bernhard Krüger la búsqueda de gente especializada para dicha labor. Los encontró en campos de concentración. En total, era un grupo de 140 judíos que fueron establecidos en el campo de Sachsenhausen. Una vez allí, se les dio la calificación de “trabajadores altamente esenciales”, lo que significaba que vivirían.
 
Tenían el objetivo de falsificar 150 millones de libras, que, en un principio serían lanzadas desde aviones militares sobre el Reino Unido pero, debido a la inferioridad de la Luftwaffe frente a la RAF, y a que, a largo plazo los británicos podrían controlar la situación, esta idea fue desechada y se tuvieron que conformar con introducir la moneda por medio de pagos de sobornos, comercio internacional o mediante los espías trasladados. De esta forma aparecieron billetes falsificados en ciudades como Madrid, Estocolmo o Tánger. 

En el momento cumbre, se llegaron a falsificar al mes medio millón de libras, que rápidamente eran puestas en circulación. 

Los billetes llegaron a los mercados internacionales, incluida Gran Bretaña hasta que un empleado del Banco de Inglaterra detectó dos billetes con el mismo número de serie. 

Una vez detectada la enorme falsificación, podían detener la circulación de los billetes falsos, lo que perjudicaría a la credibilidad económica del Reino Unido o permitir la libre circulación de estos billetes. Eligieron lo segundo. Eso sí, poco después cambiaron el diseño de los billetes.

Los 140 judíos de la operación Bernhard, fueron trasladados de campo al acercarse las tropas aliadas a Berlín. Una vez en Ebensee (Austria) temieron lo peor. Pero por suerte para ellos, eso no llegó. En su lugar, fueron liberados (dependiendo de la fuente por los estadounidenses o por los mismos alemanes que los dejaron marchar). Las máquinas falsificadoras y grandes cantidades de billetes fueron arrojadas al lago Toplitz. Krüger fue detenido por los británicos y “desnazificado”. Murió de viejo, en Hamburgo. Uno de los judíos, Adolf Burger contó esta historia en sus memorias, de donde se basó la película Los Falsificadores (2007).


Buzo sacando fajos de billetes falsificados del lago Toplitz.

V de Victoria


Winston Churchuill haciendo el signo de la V

En enero de 1941,  Victor Laveyele, ex ministro de justicia de Bélgica y director de las emisiones de la BBC en ese país lanzó una iniciativa radiofónica muy peculiar. Propuso a los belgas que pintaran en las calles la letra V, en representación de la Victoria, con el fin de animar a las tropas aliadas y poner nerviosos a los nazis que habían ocupado el país; estos entenderían que “están rodeados de una inmensa turba de ciudadanos que esperan un momento de debilidad, vigilándolos para cuando cometan el primer error.”

La propuesta tuvo gran acogida y las calles se llenaron rápidamente con la letra V. Una de las razones por las que caló tanto la propuesta se debe a que la palabra victoria, en los idiomas de los Aliados (belga, francés e inglés) se escribe con v haciéndose este gesto fácilmente reconocible por ellos.

Pero esta sencilla iniciativa tuvo un eco mayor ya que la BBC impulsó una campaña radiofónica algunos meses después llamada “V de Victoria” y que estaba dirigida, ya no sólo a Bélgica, sino a todos los países ocupados. En esta ocasión, Douglas Ritchie, bajo el pseudónimo de  Coronel Britton, y como había hecho antes Laveyele, alentó a los Aliados a que siguieran pintando las calles con la letra V. Incluso el primer Minstro británico Winston Churchill apoyó la campaña cuando en Julio de 1941 terminó su discurso de apoyo a las tropas con la mano alzada simbolizando la V con un gesto que se haría muy popular y recurrente durante su vida. Pronto los soldados en el frente empezaron a extender  sus dedos índice y corazón como símbolo de optimismo y resistencia a la amenaza nazi.
Pero la simbología no acabó ahí, sino que se usó además una V musical, ya que la cabecera de las retransmisiones de la BBC emplearon como audio el “tema del destino” de la 5ª Sinfonía de Beethoven. Pero ¿Por qué? Pues porque el tema del destino, el conocidísimo ta-ta-ta-taaan, equivale a la letra V en traducción a código morse (…_)

La ironía era más que evidente, se estaba empleando a Beethoven, icono de la cultura germana, como símbolo de la resistencia de los Aliados; pero mirando más allá de las relaciones coterráneas, Beethoven era la encarnación cultural de los ideales de la Revolución Francesa, muy alejados de la ideología nazi.

Pero la incursión de Beethoven en este panorama bélico no fue anecdótica si no que continuó sirviendo como apoyo moral de los Aliados. Un ejemplo de ello nos lleva a Maurice van Moppes, un compositor que trabajó en una letra para la 5ª de Beethoven. A esta tonada la llamó “La chanson des V” (La canción de la V).

El 1 de Junio de 1944, Radio Londres, la emisora creada por la BBC para retransmitir en Francia y operada por refugiados franceses, emitió más de 200 mensajes. Esta inusual y exagerada actividad motivó a los franceses, quienes entendieron en ello la aproximación de una importante acción militar (El Desembarco de Normandía cinco días después). Entre los mensajes enviados sonó la canción de Moppes sobre la 5ª de Beethoven. 

El Día D las retransmisiones se acompañarían con un timbal tocando el tema de Beethoven.

El engaño del desembarco de Normandía.

Hace 70 años ya de la Operación más famosa de la Historia. La Operación Overlord, nombre en clave del desembarco de Normandía. Aquel Día D, la mayor operación militar de la Historia comenzaba. Ríos de tinta se han escrito y escribirán, aquí vamos a contar algo diferente en recuerdo de tal hazaña.

La Operación Overlord tenía que ser un éxito para poder establecer un puente entre Gran Bretaña y Francia para así poder realizar suministros a las tropas allí desplazadas. De todos es conocido que los mensajes tanto de un bando como de otro eran interceptados por el enemigo y los ingleses aprovecharon este hecho.


El papel más importante en estos engaños lo tuvieron los espías dobles. Uno de los más activos y eficaces fue el español Joan Pujol “Garbo”. Tras no ser aceptado como espía por los ingleses fue a la embajada alemana a presentarse como espía. Enviado, según los alemanes a Londres, aunque fue Lisboa  su verdadero destino. Desde allí supo engañar a los alemanes inventándose la mayoría de los datos. Un tiempo después fue reclutado por los ingleses y llegó su gran momento: los alemanes debían creer que el desembarco se produciría en Pas de Calais, a unos 250 km al norte del verdadero lugar. Creyendo sus informaciones, enviaron un gran contingente hacia el norte con varias divisiones Panzer, manteniéndolos así alejados de las playas donde se realizaría el desembarco. Para llevar a cabo este engaño se ayudó de la Operación Quicksilver.
El general Patton se quedó al mando de un ejército formado por once divisiones cerca de Dover para llegar hasta Pas de Calais. Lo diferente de este Ejército es que los tanques eran de plástico y los aviones, vehículos y soldados de madera. Por otro lado, las radios inglesas enviaban constantemente información sobre el desembarco de Calais. En total, con las informaciones proporcionadas por los espías, las intercepciones de los mensajes y las fotos proporcionadas por los aviones alemanes, era difícil no creer que el desembarco se realizaría en Calais. Rommel no fue engañado pero para un buen estratega que tenían, no le hicieron caso.


Muchos fueron los caídos ese día. De un bando y de otro. Pero esta Operación marcó un cambio de rumbo de la contienda.

Cuando el primer fumador fue castigado por la Inquisición

Hoy día ver gente fumar tabaco en nuestra vida diaria es algo a lo que ya estamos acostumbrados, pese a ser un acto perjudicial para la salud. Todo el mundo conoce alguien que fuma si no es que lo hace el propio lector de estas líneas. Pero, ¿quién introdujo esta nociva costumbre en España y, por consiguiente, en Europa?
 
 
Hay cierto consenso en atribuir el “honroso título” de ser el primer fumador europeo a Rodrigo de Jerez. Este hombre fue uno de los marineros que marchó con Cristóbal Colón en 1492, a bordo de la nao Santa María, a descubrir lo que sería conocido como el Nuevo Mundo. Parece ser que fue en las Bahamas donde Rodrigo fue introducido, por los nativos, en el arte de fumar tabaco. 

A su vuelta a España, ya con el hábito cogido de fumar, quedaron absortos sus vecinos al verle exhalar humo por nariz y boca como si fuera un demonio. Rápidamente fue denunciado a la Inquisición, la cual lo acusó de brujería, pues estar rodeado de humo y echarlo por la nariz y la boca sólo podía ser obra del diablo. Siete largos años pasó Rodrigo en prisión… Cuando fue liberado y para su asombro, ya se había difundido por España la costumbre de fumar tabaco. Qué difícil es ser siempre el primero en algo y si no que se lo digan a Rodrigo de Jerez.

Fokker revoluciona la aviación militar

 
Eindecker E1

El 18 de abril de 1915 un joven industrial, ingeniero y piloto holandés llamado Anthony Fokker es llamado por el alto mando de la Fuerza Aérea alemana para que se presente en Berlín. Tras varios años estudiando en Alemania y con el comienzo de la guerra, recibe un contrato para la formación de personal de la aviación militar y es encargado de construir dos modelos aunque con muy poco éxito.

En marzo de 1915, un avión francés con una ametralladora disparando hacia delante causó estupor en las filas alemanas cuando derribó a cinco de sus aviones. El piloto era Roland Garros. Un mes después, tras ser alcanzado por la artillería alemana, tiene que aterrizar en territorio enemigo siendo hecho prisionero y sin que pudiera incendiar su avión, como mandaba el reglamento. Es en este momento cuando Fokker es llamado para que revise la nave. A Garros se le había ocurrido proteger la hélice con láminas de acero para evitar que las balas rompiesen las aspas pudiendo así disparar hacia delante. Los alemanes habían intentado copiar el invento pero fracasaron debido a que las balas siempre agujereaban la hélice.

De regreso a su planta en Schwerin (Alemania) equipado con la hélice del avión capturado y una ametralladora alemana Parabellum, en escasas 48 horas de trabajo, ya tenía la solución y el prototipo que funcionaba perfectamente. Llegó a la conclusión de que la misma hélice debía disparar la ametralladora. Algo similar al árbol de levas de los motores de los coches. Al girar la hélice, era esta la que apretaba el percutor dependiendo del lugar en que estuvieran las aspas en ese momento.
Anthony Fokker tuvo que demostrar, pilotando un avión con el sistema que había inventado, que funcionaba correctamente. Había nacido el Eindecker E1. Tras esto, fue encargado de diseñar los mecanismos de sincronización de todos los aviones alemanes. Éxito tras éxito, en 1917 es encargado de construir el triplano Fokker Dr.1, el avión más conocido de Manfred von Richthofen, el Barón Rojo. 

Bien es verdad que los aliados también supieron resolver este problema. En el caso del francés Nieuport 11, colocaron la ametralladora encima de las alas, fuera del radio de giro de las aspas.

Nieuport 11

Y en el caso del avión británico Airco DH.2, el avión no volaba con una hélice a tracción, sino a propulsión, con el motor tras la espalda del piloto.

Airco DH.2

Dios condenado a muerte


17 de enero de 1918: Esta mañana, a las 6:30  se ha ejecutado la sentencia que condenaba a Dios a morir. Un pelotón de fusilamiento ha disparado cinco salvas de ametralladora contra el cielo moscovita dándose por realizada así la ejecución.

Ante una gran expectación, se realizó ayer el juicio popular, por orden de Lenin, del Estado Soviético contra Dios. Durante más de cinco horas, la fiscalía presentó pruebas y testimonios sosteniendo los cargos de genocidio, principalmente por la inacción del Todopoderoso ante la hambruna rusa.  Debido a la incomparecencia del acusado, sobre el banquillo se dispuso una Biblia que actuó como fallido representante.
Abogados asignados por el Estado han llevado a cabo las infructuosas labores de defensa alegando los distintos problemas psicológicos y trastornos que padecía su cliente y pidiendo para él la absolución. Finalmente al mediodía, el jurado popular emitió su veredicto de culpabilidad y el presidente del tribunal y comisario para la educación, el señor Anatoly Lunacharski, dictó la sentencia por la que se condenaba a Dios a morir al amanecer del siguiente día.

Esperamos que alguna de las balas disparadas al cielo haya alcanzado al Todopoderoso y la influencia de su Iglesia se desvanezca.

Comandos dejan sin vitaminas a la Wehrmacht


Tanques de combustible ardiendo
El 14 de julio de 1940 los comandos tuvieron una segunda oportunidad. Esa noche, lanchas de desembarco con unos 100 hombres llegaron a la isla de Guernsey (ocupada por los alemanes), cerca de la costa francesa. De nuevo, debido a errores de orientación, una lancha acabó frente a un acantilado y otra tuvo que volver por una avería. Cuarenta hombres pudieron desembarcar en la isla y dirigirse al campo de aviación y al cuartel. Al llegar se dieron cuenta de que estaban abandonados. Se tuvieron que conformar con cortar tres cables telegráficos. 

El asalto a la isla de Guernsey había sido casi tan decepcionante como la primera operación. Por lo que concluyeron que este tipo de fuerza requería una organización más compleja, coordinada con la RAF y la Royal Navy.
 

En febrero de 1941 volverían a intentarlo. Los comandos participaron en un asalto a las islas Lofoten, en la costa noruega. El objetivo era destruir las fábricas de aceite de pescado, que se procesaba para obtener glicerina, empleada en la fabricación de los explosivos alemanes. También allí se preparaban píldoras de vitaminas A y B que eran suministradas a la Wehrmacht. El objetivo era modesto, pero podía suponer un golpe psicológico a los alemanes y una inyección de moral para los británicos.
 

Dos buques de transporte con unos 500 comandos y cinco destructores zarparon el 1 de marzo de 1941. Tras un terriblemente frio y pesado viaje de tres días, los comandos en las lanchas de desembarco se dirigieron a las islas. Debido a la calma reinante, pensaron que debía ser una emboscada. Pero al llegar al puerto se encontraron con una sorpresa: cientos de noruegos les daban la bienvenida en el muelle. Inexplicablemente, la guarnición de las Lofoten sólo era de dos centenares de hombres, la mayoría marinos mercantes, que se entregaron sin combatir. 
La única resistencia que encontraron fue la de un pesquero artillado alemán que temerariamente intentó plantar cara a cinco destructores. Fue hundido en unos minutos.

Los comandos se apoderaron de la estación de telégrafos y de la central telefónica, mientras el Cuerpo de Ingenieros demolía las fábricas de pescado y unos tanques de fueloil. En la estación de telégrafos, justo antes de ser destruida, a un teniente se le ocurrió enviar el siguiente telegrama:

Adolf Hitler, Berlín. En su último discurso usted dijo que las tropas alemanas saldrían al encuentro de los ingleses donde quiera que estas desembarcasen. ¿Dónde están sus tropas?


Destructor británico alejándose después de destruir las fábricas de aceite de pescado

Después del mediodía, los soldados regresaron a sus botes pero con más pasajeros que los que iban en el viaje de ida; aparte de los doscientos veinticinco prisioneros alemanes, se unieron trescientos catorce noruegos que se habían ofrecido voluntarios a luchar junto a los aliados.

El único precio que se pagó fue el de un oficial herido en el muslo, al disparársele la pistola que llevaba en el bolsillo del pantalón. El asalto a las Lofoten había sido un éxito.

Desastroso debut de los Comandos británicos

El 4 de junio de 1940 Churchill anunció que lo que quedaba del Ejército británico se había retirado a las playas de Dunkerque y se aprestaba a su evacuación, dejando el continente en manos de Hitler por lo que pidió a los mandos militares que creasen una fuerza formada por tropas especialmente entrenadas cuyo objetivo fuese llevar el terror a las costas de los países ocupados, por medio de ataques sorpresa a pequeña escala. El teniente coronel Dudley Clarke (a quien vemos en la foto) oficial del Estado Mayor de la Oficina de Guerra británica, con veinte años de servicio y gran conocedor de la historia militar, recordó las hazañas de españoles y holandeses entre otros, los cuales, formando pequeños grupos de soldados irregulares ligeramente armados lanzaban ataques relámpago tras las líneas enemigas. Así pues, Clarke diseñó un plan para la creación de una nueva fuerza destinada a desenvolverse de forma similar: los «Comandos». Clarke presentó la propuesta al jefe del Estado Mayor, y ese mismo día, a Churchill, que captó las grandes posibilidades que se abrían en un momento necesario para despertar el espíritu ofensivo del Ejército. La propuesta fue aceptada en el gabinete de guerra y se le encargó a Clarke que preparase la ofensiva lo más rápido posible. Surgió así la Operación Collar. La hora de una nueva mentalidad, nuevas tácticas y nuevos hombres había llegado. Era el momento de los comandos.


 Dudley Clarke, vestido de mujer, detenido en Madrid en octubre de 1941 mientras hacía labores de espía

La misión se le asignó a la 11ª Compañía Independiente que se había formado unos días antes y estaba formada por 25 oficiales y 350 soldados, todos ellos voluntarios. La noche del 24 de junio fue la elegida para la incursión. En ella participaron 115 hombres divididos en cuatro grupos, cada uno con una playa distinta como objetivo: Neufchâtel-Hardelot, Stella Plage, Berck y Le Touquet, y a bordo de cuatro botes de rescate de la RAF.

Los hombres que desembarcaron en Hardelot se dedicaron a vagar varios cientos de metros tierra adentro sin encontrar rastro alguno de soldados alemanes. Aburridos, decidieron volver al bote y regresar.
La segunda lancha llegó a Berck donde descubrieron un embarcadero de hidroaviones alemanes. Viéndose en clara inferioridad, optaron también por volver a la costa inglesa.
Los que desembarcaron en Le Touquet tenían como objetivo el Hotel Merlimont Plage, que según las informaciones de inteligencia estaba siendo utilizado como cuartel por los alemanes. Cuando llegaron, descubrieron que estaba completamente vacío. Regresaron a la playa para descubrir que su barco se había adentrado en el mar. Mientras esperaban a que la embarcación volviese, encontraron dos centinelas alemanes que fueron eliminados. Llevados por la euforia, regresaron de inmediato, pero rápidamente se vio que su acción había sido inútil; no les habían registrado los bolsillos para obtener algún documento ni habían descubierto lo que aquellos centinelas estaban vigilando.
Y, por último, los tripulantes de la cuarta lancha por poco si se meten de lleno en el puerto de Boulogne, fuertemente defendido por los alemanes, debido a problemas en la brújula. Por suerte, desembarcaron en Stella Plage, donde fueron descubiertos por una patrulla de alemanes en bicicleta. Se entabló un tiroteo en el que el propio teniente coronel Dudley Clark resultó herido, aunque finalmente pudieron volver a la embarcación y poner rumbo a Inglaterra.

La causa del fracaso fue la precipitación con la que se planificó la Operación Collar. Todos estaban impacientes por dar una imagen de fuerza y en palabras de Churchill «lanzar una ofensiva contra todo el litoral ocupado por los nazis que deje detrás un reguero de cadáveres alemanes». El resultado de la incursión no pudo ser más decepcionante y para colmo, el regreso de los botes no fue lo que se dice heroico. Cuando las cuatro lanchas regresaron a Inglaterra, las autoridades de Folkestone se negaron a permitir su entrada en el puerto, y tuvieron que permanecer en la bocana. Cuando, tras varias horas consiguieron el permiso y pudieron atracar, la policía abordó las lanchas para identificar a los tripulantes. Al ser una operación secreta, ninguno de los comandos llevaba consigo sus documentos de identidad, por lo que todos acabaron en comisaría esperando a que alguien respondiese por ellos.

Una vez se conocieron los detalles de esta desastrosa operación, se llegó a la conclusión de que una operación así no se podía improvisar. Era necesario seleccionar y entrenar para no cometer esos errores. Según Dudley Clarke, los comandos debían ser una mezcla de «piratas, gángsters y miembros de una tribu india».

En una siguiente entrada se relatan los acontecimientos que ocurrieron posteriormente incluído el primer éxito de los comandos.

Un cerdo salva la vida a marinos españoles



La Historia muchas veces no tiene palabras de agradecimiento a aquellos animales que, por azar, o mejor dicho, llevados por los humanos, se ven inmersos en guerras y batallas. No sólo los conocidos caballos de guerra sino cerdos, perros, cabras, gallinas… mil y un animal acompañan a los ejércitos como avituallamiento e incluso como mascotas.

Según se cuenta, en una época de barcos de madera y hombres de hierro, hubo un cerdo que salvó decenas de vidas españolas.


El 21 de octubre de 1805 tuvo lugar, en el marco de las guerras napoleónicas, la batalla naval de Trafalgar, que enfrentó a la escuadra inglesa contra la combinada franco-española en el cabo gaditano que da nombre a la contienda. Aunque ganaron los ingleses, los españoles, como siempre, vendieron caras sus vidas en un planteamiento erróneo del enfrentamiento por parte del desafortunado Almirante francés Villeneuve.

Uno de los navíos españoles participantes fue el Neptuno, que gobernaba el experto marino Cayetano Valdés. Este navío, tras presentar durísima batalla, una vez desarbolado e ingobernable fue apresado por los ingleses, pero días más tarde españoles y franceses lo consiguieron recuperar de manos enemigas. Es conocido el temporal que se desató días después del combate en la zona y que hizo que algunos buques maltrechos por efecto de la batalla se hundieran.
Aunque remolcado, el Neptuno, cargado de almas, fue arrastrado por el oleaje contra la costa y próximo a irse al fondo del mar cerca del castillo de Santa Catalina de Alcanatif tuvo que protagonizar una de las gestas más curiosas de la Historia Naval Española.
Al parecer, ante la imposibilidad de acercarse con seguridad con botes en auxilio de la tripulación dadas malas condiciones climatológicas y unido a que la mayoría de los marineros no sabían nadar, se propuso, dado que estaba el navío próximo al castillo de Santa Catalina, coger un cerdo de los que llevaban abordo, atarle una cuerda a la pata, lanzarlo por la borda y rezar porque el pobre animal llegase nadando a tierra. El valiente cerdo lo consiguió para asombro de todos, nadó entre un fuerte oleaje y llegó a la orilla con la cuerda que traía, de esta manera pudieron aproximarse al Neptuno y rescatar a los supervivientes los españoles que se encontraban en la costa. 


Tripulación del Neptuno refugiada en las rocas del Castillo de Santa Catalina. Obra de Francisco Sans. Palacio del Senado.
 
Desde luego, una gesta digna de película la protagonizada por este animal, que de ser realizada por un ser humano le hubiese supuesto la consiguiente condecoración militar al valor demostrado.

Los taxis transportan a las tropas


Taxis reunidos frente al Hôtel des Invalides. 

En septiembre de 1914, recién iniciada la Gran Guerra, el ambicioso plan Schlieffen alemán pretendía tomar Francia rápidamente utilizando para ello 1.500.000 hombres (mientras que en el frente ruso se mantuvieron solo 500.000 esperando a los refuerzos que pronto volverían después de haber tomado Francia). En un principio, el plan pretendía movilizar al ejército comandado por von Kluck por el norte de París rodeándola y atacar por el oeste mientras que los ejércitos de von Büllow y von Hausen, por el este, realizando un movimiento de pinza. Von Kluck subestimó a los franceses que los creía colapsados y supuso que no haría falta rodear la ciudad para acabar con su ejército por lo que cambió el plan y avanzó por el noreste. Los franceses, bajo el mando del general Joffre, se reorganizaron y se dispusieron a defenderse. Para ello debían mandar allí a tantos hombres como pudiesen.

En París había 6000 soldados dispuestos para el combate, pero el escaso número de vehículos militares para un desplazamiento rápido era un gran problema para una movilización de tal calibre. Joseph Gallieni, el general al cargo de la defensa de París, tuvo la idea que cambiaría el transcurso de la batalla. Se movilizaron todos los taxis disponibles en París (aproximadamente unos 670, la mayoría de ellos, Renault AG de 8 CV) para que llevasen a las tropas francesas al frente.

Hacia las 22:00 del 7 de septiembre los taxis comenzaron  a aglomerarse en la plaza de Los Inválidos donde los taxistas reciben la orden de partir inmediatamente hacia el frente transportando armamento, víveres y militares.

El trayecto (entre ida y vuelta unos 75 km) tenían que hacerlo a oscuras completamente para evitar ser avistados y, debido a la escasez de agua que había en la ciudad, el ejército solo les podía suministrar vino por lo que es de extrañar que no se produjesen muchas bajas en estos desplazamientos. 

Después de la batalla, este modelo pasaría a llamarse Renault Taxi Marne. Esta sería una de las primeras operaciones de infantería motorizada de la historia. Pocos días después terminaría la conocida como 1ª Batalla del Marne y comenzaría la guerra de trincheras que se prolongaría por los siguientes 4 años.

Campesinos españoles engañan a la Alemania nazi


Himmler (fundador de la Ahnenerbe) en su visita a España.

En 1935, poco después de haber sido constituida la “Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana” también conocida como Ahnenerbe, enviaron a un grupo de científicos a la zona de Sierra Morena con el objetivo de estudiar a los descendientes de los colonos alemanes que ocuparon la zona. Y es que, en 1767, durante el reinado de Carlos III, debido a la despoblación de grandes extensiones de terrenos, el bandolerismo floreció amenazando el transporte de personas y mercancías por estos lares. La colonización, financiada por el Estado, pretendía fomentar la agricultura y la industria. A las denominadas Nuevas Poblaciones llegaron unos 6000 colonos que se asentaron trayendo consigo sus genes que, a día de hoy persisten, presentando muchos habitantes un color claro de piel y ojos azules.

Volviendo a 1935 y como entidad pseudocientífica que era la Ahnenerbe, realizaron un sencillo trabajo: medir y estudiar el cráneo de todos los nativos que presentaran un certificado de nacimiento, expedido por la parroquia, en el que constara un apellido alemán y pagarle a cada uno cinco pesetas.

La noticia no tardó en llegar a todos los rincones de la zona: “Unos alemanes pagan cinco pesetas por dejarte medir la cabeza”.
 
Y apareció la picaresca: pagando una pequeña propina al sacristán, este emitía una partida de bautismo falsa para una misma persona en la que cambiaba solo el nombre del titular. El mismo sujeto la presentaba en días sucesivos haciéndose pasar por hermano gemelo del anterior. Si esto se repetía, se hacían pasar por trillizos…

Johan Schänble, profesor de antropología de la Universidad del Kiel, publicó los resultados en “Estudios antropológicos en las llamadas colonias alemanas del Sur de España“. La conclusión de dicho estudio fue que las colonias de las Nuevas Poblaciones albergaban un gran número de partos de gemelos y trillizos: una muestra del auge de la raza aria que luchaba por salir adelante a pesar del paso del tiempo.


Fuente: Los años del miedo – Juan Eslava Galán